LOS ARMAOS

Que tu alimento sea tu mejor medicamento.
                                                                                   

                                                                                         Hipócrates.

Fergó tardó casi medio siglo en enterarse de la existencia de ese pez que llaman armao. Cosa rara porque a Fergó le encanta el pescado.

El descubrimiento le produjo una notable impresión.

 Llegó a mi altura con indisimulado sofoco y  me espetó:

.- Lobo, he oído que hay un pez de  aspecto alienígena  que se llama armao; ¿Qué sabes del asunto?

.- Que al igual que el numero Pí, existe. Le respondí.  Y como no podía dar datos de  la utilidad de ninguna de las dos cosas lo derivé a Celestino Santamaría, un tipo que ha cocinado cualquier pescado de agua salada que en el mundo es.

Celestino Santamaría aseguró que se trataba de un pescado blanco y que aunque por su aspecto y exoesqueleto recuerda a un crustáceo, sin embargo no lo es. En algunos sitios le llaman también malarmao, armadillo o pasamano. Es de color rojo intenso y el sabor recuerda a la carne prieta de una cigala.

Aunque es un pez del Mediterráneo, escasea su número por vaya usted a saber qué cosa. Apenas se pescan 300kilos por año.  

En Melilla la receta más simple es la más rica. Solo plancha y sal. Abierto por la panza. Aunque en Cádiz se suele hacer a la roteña(Armaos a la Roteña – LA COCINA DEL TITI).

Celestino Santamaría se comprometió a cocinarle ese verano un par a la plancha o a la brasa porque a Melilla llegan en la flota pesquera marroquí.  Finalmente la cosa no salió.

Santamaría se disculpó. Mohamed VI nos la ha jugado;  dijo.

El rey alauita decidió acabar con el “comercio atípico” cerrando la frontera y el pescado de Marruecos dejó de arribar a Melilla.

Tenía aspecto de ser el pez de tres ojos de los Simpsons. Le dije yo para consolarlo

Pero desde entonces Fergó habla de aquel verano de los armaos con la nostalgia y  la melancolía de un violinista canijo.